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ABC del amor: Los 5 mejores poemas para dedicarle a tu pareja y hacerle saber cuánto le amas

No es necesario que sea San Valentín para consentir a tu pareja, pues lo puedes hacer cualquier día del año y qué mejor que hacerlo a la antigua dedicándole un hermoso poema. Por ese motivo, te traemos los 5 mejores poemas para dedicar a tu ser amado.
jueves, 30 de marzo de 2023 · 13:35

La poesía es un género literario que se caracteriza por ser una manifestación de los sentimientos, emociones y reflexiones que puede expresar el ser humano en torno a la belleza, el amor, la vida o la muerte por medio de la palabra. Como tal, puede estar compuesta tanto en verso como en prosa.

Se caracteriza por expresar ideas, sentimientos e historias de un modo estético y bello. Es por ello que es una expresión de amor muy especial que le puede hacer saber a la otra persona cuánto le amas.

No es necesario que sea San Valentín para consentir a tu pareja, pues lo puedes hacer cualquier día del año y qué mejor que hacerlo a la antigua dedicándole un hermoso poema. Por ese motivo, te traemos los 5 mejores poemas para dedicar a tu ser amado.

 

Te amo por ceja, de Julio Cortázar

Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores

blanquísimos donde se juegan las fuentes

de la luz,

te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza

de cicatriz,

voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago y

cintas que dormían en la lluvia.

No quiero que tengas una forma, que seas

precisamente lo que viene detrás de tu mano,

porque el agua, considera el agua, y los leones

cuando se disuelven en el azúcar de la fábula,

y los gestos, esa arquitectura de la nada,

encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.

Todo mañana es la pizarra donde te invento y te

dibujo,

pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese

pelo lacio, esa sonrisa.

Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino

es también la luna y el espejo,

busco esa línea que hace temblar a un hombre en

una galería de museo.

Además te quiero, y hace tiempo y frío.

 

Te quiero a las diez de la mañana, de Jaime Sabines

Te quiero a las diez de la mañana, y a las once,

y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y

con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia.

Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me

pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la

comida o en el trabajo diario, o en las diversiones

que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con

la mitad del odio que guardo para mí.

Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y

siento que estás hecha para mí, que de algún modo

me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos

me convencen de ello, y que no hay otro lugar en

donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu

cuerpo. Tu vienes toda entera a mi encuentro, y

los dos desaparecemos un instante, nos metemos

en la boca de Dios, hasta que yo te digo que tengo

hambre o sueño.

Todos los días te quiero y te odio irremediablemente.

Y hay días también, hay horas, en que no

te conozco, en que me eres ajena como la mujer

de otro, Me preocupan los hombres, me preocupo

yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense

en ti durante mucho tiempo. Ya ves ¿Quién

podría quererte menos que yo amor mío?

 

El poeta pide a su amor que le escriba, de Federico García Lorca

Amor de mis entrañas, viva muerte,

en vano espero tu palabra escrita

y pienso, con la flor que se marchita,

que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte

ni conoce la sombra ni la evita.

Corazón interior no necesita

la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,

tigre y paloma, sobre tu cintura

en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena pues de palabras mi locura

o déjame vivir en mi serena

noche del alma para siempre oscura.

 

Quien alumbra, de Alejandra Pizarnik

Cuando me miras

mis ojos son llaves,

el muro tiene secretos,

mi temor palabras, poemas.

Sólo tú haces de mi memoria

una viajera fascinada,

un fuego incesante.

 

Esclava mía, de Pablo Neruda

Esclava mía, témeme. Ámame. Esclava mía!

Soy contigo el ocaso más vasto de mi cielo,

y en él despunta mi alma como una estrella fría.

Cuando de ti se alejan vuelven a mí mis pasos.

Mi propio latigazo cae sobre mi vida.

Eres lo que está dentro de mí y está lejano.

Huyendo como un coro de nieblas perseguidas.

Junto a mí, pero dónde? Lejos, lo que está lejos.

Y lo que estando lejos bajo mis pies camina.

El eco de la voz más allá del silencio.

Y lo que en mi alma crece como el musgo en las ruinas.

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