Día de Reyes

Conoce la historia de Artabán, el cuarto y último rey mago que jamás llegó al nacimiento del niño Jesús

Muchos desconocen la historia de Artabán, el cuarto rey mago que nunca llegó al nacimiento del niño Jesús, el mesías.
viernes, 6 de enero de 2023 · 06:00

Cada 6 de enero millones de niños alrededor del mundo se van a la cama con la esperanza de despertar y encontrar un enorme regalo debajo de su árbol de Navidad como obra de los queridos Reyes Magos, aquellos antiguos personajes que según la religión católica ofrendan alegría por el mundo ante la llegada del niño Jesús

Conocido como el Día de Reyes, la tradición se remonta desde el nacimiento del hijo de Dios, concebido por María y José en un pobre pesebre en Belén, al oriente de Jerusalén. Al enterarse de la noticia, los reyes Melchor, Gaspar y Baltazar, montados en una caballo, un camello y un elefante, se aventuraron en un extenso viaje por el árido desierto, guiados por una estrella incandescente, para entregar oro, incienso y mirra en representación de la 'realeza' (por ser el rey de los judíos), la 'divinidad (el reconocimiento de Jesucristo como hijo de Dios) y 'la vida' (donde se le dignificó como un ser humano en vida y la vida misma que daría por los hombres), respectivamente. 

Este pasaje bíblico se convirtió en una enorme celebración impulsada por el cristianismo desde hace cientos de años y mutó a lo que conocemos hoy en día; miles de infantes enviando cartas a los tres Reyes Magos de las maneras más creativas posibles (con un globo, en un zapato o hasta por correo) en espera de un regalo significativo. 

Representación de 'Artabán'

El cuarto rey mago 

Muy pocos saben de la existencia del cuarto rey, un mago aventurero que decidió encaminarse a la celebración por el nacimiento de Jesucristo pero que jamás llegó a su destino. 

Su nombre era Artabán. El rey, quien se enteró por medio de un oráculo, descubrió que un nuevo ser de luz llegaría a la Tierra para ofrecer el perdón de los pecados. Más tarde recibió una carta de Melchor, Gaspar y Baltazar, quienes le confirmaron la noticia del nacimiento del niño dios y mismo al que fue invitado desde el monte Ushita en Borsippa, actualmente Irak

Artabán se preparó anticipadamente y escogió con detalle las ofrendas destinadas al 'mesías', entre ellas un diamante, un jaspe y un rubí. Después tomó su caballo y con la guía de la estrella de Belén se aventuró en su viaje. En su caminó se encontró con un hombre desahuciado, despojado de sus ropas y golpeado casi hasta la muerte, a lo que el rey Artabán se inundó de tristeza y se apiadó de él por lo que le obsequió una de las joyas preciosas destinadas para el niño Jesús

Artabán continuó su viaje pero ahora con un ligero retraso, al llegar al punto donde encontraría a los demás reyes magos recibió un recado en el que se le comunicó que no podían esperar más pues llegaría tarde al nacimiento, por lo que decidieron continuar pero indicándole el camino a seguir. La orden era continuar por el desierto y no perder de vista la estrella hasta llegar a Belén. 

Bajo el hiriente sol, el calor abrazador y la extremo apuro del rey, su caballo murió en el camino, por lo que tuvo que caminar completamente sólo. 

A su llegada a Belén, cansado, sucio y destrozado, no tuvo más noticias de Melchor, Gaspar y Baltazar. Sin embargo descubrió que un terrible acontecimiento ocurría en Belén; el rey Herodes ordenó masacrar a todos aquellos menores de dos años para asesinar al mesías, el hijo de Dios

En su trayecto encontró a un soldado apunto de quitarle la vida a un pequeño, a lo que ofreció otra de sus joyas, el rubí, a cambio de la vida del niño. Rodeado de soldados quienes notaron tal hazaña, fue encarcelado y permaneció en un calabozo por más de 30 años

Ciego, viejo y desvalido, Artabán salió libre y vagó por las calles de Belén en buscar de esperanza. Al poco tiempo, su enorme corazón lo orilló a hacer su tercera y última buena obra. Mientras la gente estaba a punto de crucificar a un falso profeta quien se hizo pasar por el hijo de Dios, el viejo encontró a un muchedumbre en una subasta humana, pues una joven estaba siendo vendida como esclava. Artabán recordó que aún le sobraba una última joya, a lo que entregó el jaspe a cambio de su libertad

Agradecida por salvarlas, la joven besó las manos heridas y lo ojos ciegos del viejo rey. Segundos después la tierra se agitó y un intenso temblor sacudió Jerusalén. A raíz del terremoto, una enorme grieta se abrió en la superficie donde Artabán cae aún con vida, pero justo antes de su último respiro escuchó a una voz agradecerle todo lo que hizo. "Lo hiciste por mis hermanos, lo hiciste por mi", dijo la voz. Después, Artabán murió en la manos de Dios